sábado, 2 de abril de 2011

Let me go

Mis ojos en tinieblas
confunden la senda
tropiezo con mis dudas
caigo al suelo siendo polvo de mis sueños
y me mezclo con tu brisa egoísta

Imágenes en luto decoloran
brillante arco iris en mi pecho
robas la luz que guardo celoso

Astilla maldita y embustera
penetras destruyendo piel y alma
el pecado baila viendo al sol despedirse
muerte en tu sonrisa de la noche
y un jadeo vació y sonoro, reviven carne
despertar en seco con bruma en mis labios
destilando el pecado de un recuerdo

Escribes tus encantos sobre mis letras
cruel martirio en flor bendita
marchitas fe y devoción
redención en mis palmas
y un vaho falso en mi mente
lo posible y lo inconsolable me quema
pero tu fuego se consume por el frió en tus labios
mientras mi nueva luz se enciende en llamas
cálido beso inocente para un condenado
me libera y me cura
del maldito veneno rezago del pasado





Qué difícil. Pero me parece que aún es más difícil quedármelo para mí sola. Supongo que por eso lo hago. Tú siempre me preguntabas en qué momento había empezado a quererte. Empecé a quererte exactamente cuando me llamaste para decir que me dejabas. De hecho fue en ese preciso momento cuando olvidé el amor que sentía antes, me olvidé de la ternura y del sexo, de tu lengua, me di cuenta de que lo que había sentido antes no era más que el simple reflejo de lo que era el amor.
Cosas que nunca te dije

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